
El de “El origen de las especies”. El que intuyó y estudió la evolución de la vida en nuestro planeta. El que se atrevió a poner en tela de juicio la aseveración de una creación total y completa desde sus orígenes y para siempre, en modo especial en lo atinente a la existencia de los seres vivos. El primero que, explícitamente, concibió la vida como un proceso.
También, quien fuera fuertemente controvertido y descalificado por la Iglesia Católica de su tiempo por introducir el pensamiento, y la hipótesis siquiera, de que la raza humana tal como hoy la conocemos no fue creada “así” por Dios, sino que es el resultado de millones de años de evolución. Es oportuno decir que aún hoy, en esta Iglesia, muchos siguen sosteniendo la tesis creacionista contra toda evolución posible, tanto del universo como de la vida en sus distintas especies.
Sin ser, ni pretender ser, un experto en el tema del evolucionismo, me permito exponer las siguientes reflexiones:
* Gracias al formidable progreso de las ciencias empíricas -facilitado por el enorme avance de la tecnología y de los nuevos procesos de conocimiento, y empujados éstos por una insaciable sed y perseverancia de la mente humana en la búsqueda de desentrañar el universo en el que habitamos- hoy estamos frente, no ya a la hipótesis que sostiene el proceso evolutivo del universo y de la vida, sino a su prácticamente certera afirmación.
* Lo que era, hasta hace un tiempo, una incipiente teoría sobre el origen del universo a partir del “big bang”, hoy es un hecho confirmado por los complejos estudios y experimentos llevados a cabo desde que el hombre pudo salir de su atmósfera natural de vida y explorar el universo desde el espacio infinito.
* El descubrimiento de nuevas estrellas (novas y supernovas) y el constatar la muerte de otras, nos habla de que el mundo universo está en “continuo movimiento” y -afirman otros- en continua expansión. Del mismo modo que la vida en nuestro planeta: nace, muere y se multiplica.
* De hecho, en la naturaleza observamos que las formas más sofisticadas de la materia y de la energía obedecen a patrones y coordenadas presentes en las realidades más simples: los átomos y los quarks. Que el árbol fue semilla, plantín y arbusto. Que toda la especie animal y humana se multiplica a partir de un óvulo fecundado que pasa a ser feto, luego ser nacido, para llegar, finalmente, a ser adulto.
* Muchas personas que profesan una fe religiosa piensan que afirmar el hecho de la evolución del universo y de la vida contradice la presencia y la obra de un Creador (con el nombre que cada uno le asigne), mientras que la Iglesia Católica entiende - y yo lo comparto totalmente- que no es así en manera alguna. La obra creadora no significa la realización de un todo y en un único momento, sino la parición (de ‘parir’) de aquella energía o alma primera que contenía en sí misma toda la potencia para irse expandiendo, diversificando y pluriformando hasta posibilitar la vida, cuyo cúlmen es la vida consciente.
* Pienso, además, que esta ‘creación progresiva o evolutiva’ manifiesta en forma estupenda el “ser y el hacer” del Creador al dar éste al universo una entidad singular acompañada de posibilidades y leyes inherentes que se van desplegando a través del tiempo y del espacio. Por esta razón el universo tiene una identidad propia que debe ser respetada, protegida y apoyada a fin de que pueda desenvolverse y evolucionar de acuerdo a lo que anida en sus entrañas.
* Una última reflexión: la persona consciente y pensante -habite en el planeta tierra o en otros mundos- es el vértice y la culminación de la evolución del universo. Pero puede convertirse en su verdugo y asesino; como ocurrió en otras épocas y hoy puede volver a ocurrir. La excelencia y grandeza del ser racional radica en “entender” la creación para “cultivarla” y “hacerla progresar” hasta su punto de excelencia. Y la evolución más alta de la persona se verifica cuando su sentir, pensar, querer y hacer se ponen en movimiento no ya para destruir, no ya para vivir de lo heredado, sino para hacer de su mundo un sitio mas hermoso y habitable para todo y para todos.