Se escuchan voces hablar de la caída final del capitalismo ante el desbarajuste económico que agobia al mundo.No parecen entender que las fórmulas sociales, en eso incluyo las económicas, son determinadas por las necesidades sociales y las personas que de alguna manera dominan al poder político. El capitalismo no morirá, aunque el mundo caiga en la miseria total, porque siempre existirán personas determinadas a dominar, aplastando a las que prefieren cerrarse en sus propias vidas huyendo así de sus responsabilidades sociales. Por ello cayó la Unión Soviética y el comunismo en general, un pequeño grupo dominaba y sus malas decisiones arruinaron a su país de la misma manera que hoy se arruina al resto del mundo.
Esto trata de algo que se llama el bien común. Cuando las personas se unen entre si buscando un fin particular, adquieren un poder mayor que el de un individuo. Eso es algo lógico. Cuando no existe resistencia o la resistencia a la voluntad de la agrupación es mínima, entonces su poder de control y determinación es aplastante. Cuando hay resistencia, lógicamente el poder es mínimo y su posible triunfo ante la resistencia requiere una presión constante y astucia para debilitar y vencer dicha resistencia. Ese es un juego constante y observable en nuestra sociedad.
Siempre han existido y existirán personas egoístas que viven con el fin único de adquirir poder. En el pasado esas personas pasaban a ser reyes pero con el tiempo vieron que al sentarse en un trono se convertían en seres vulnerables que podrían perder sus cabezas ante un despertar súbito en el interés social de las masas, tal como ocurrió en Francia y en Rusia. Hoy día ya aprendieron que se puede gozar del poder y la riqueza abiertamente bajo peligros mínimos si en vez de ser ellos los gobernantes simplemente controlan la determinación de quién debe gobernar, algo similar a lo que hace el dueño de una empresa al contratar a un gerente general que se encargue de las funciones del negocio mientras goza de sus ganancias. Así las leyes sociales aprobadas por los aspirantes a ser reyes y las determinaciones condonadas por las cortes les favorecerían continuamente.
El sistema capitalista está en graves problemas pero las riquezas de los dueños del mundo están sólidamente protegidas y no desaparecerán con la caída del sistema. Ellos conocen la importancia de mantenerse juntos en nombre de su bien común y saben muy bien que si las cosas se le tornan en contra sólo tienen que dedicarse a sembrar la duda entre las masas hasta que nosotros mismos nos entreguemos a sus mentiras.
La realidad es que un sistema social saludable requiere de un sistema económico flexible que permita la existencia del capitalismo junto a medidas socialistas que protejan a las masas. La única garantía que nos protegería de la avaricia destructiva de esas personas sería una población educada y responsable que conozcan lo que deben ser sus derechos y estén dispuestos a defenderlos ante cualquier intento de quitárselos. Una población que pueda entender lo que es el bien común.
En este momento eso no existe en Puerto Rico y está desapareciendo en Estados Unidos. Si las cosas siguen como van, entraremos en un período de caos social por el fracaso de nuestro gobierno. De ese caos no va a surgir un nuevo gobierno democrático, consciente de nuestras necesidades sociales al menos que ocurra un milagro. La probabilidad es que sea una nueva dictadura, tal como que tuvo la Alemania nazi, que se destruirá a si misma dejando atrás una estela de miseria difícil de definir ;Bush fue evidencia de ello.
Me dirán que estoy loco pero es cosa de tiempo. Tarde o temprano los israelíes causarán un ataque nuclear. Cuando eso ocurra, el resto del mundo se unirá a la locura y, antes de que surja la cordura, quizás envenenen nuestra atmósfera lo suficiente como para llevar a nuestra cavilación a sus rodillas. Luego nos dirán que esas fueron las profecías de fulano o mengano y se olvidarán que las profecías son avisos diseñados para que evitemos las tragedias que nosotros mismos creamos.
