Ser dominicano no es fácil, lleva astucia, creatividad y genes. No se hace, se nace.El ser dominicano es una idiosincrasia de sentidos y de ser, de un conjunto de pequeñeces que cuando se juntan, se convierten en una sola complejidad que nos hace exclusivo y único. No creemos en nada y creemos en todo a la vez. Y a donde sea que vamos brillamos con nuestra propia luz y alumbramos ha aquellos que nos rodea con nuestra alegría y algarabía.
El ser dominicano en una hermandad que se siente y que entre si se reconoce. Aun más cuando se está lejos del pedacito de tierra que se encuentra en el medio del caribe, pero que lo cargamos siempre en nuestro corazón.
Es el saber donde vienes y quien tú eres sin importar donde estés o con quien tú estas. No se compara ni se puede comparar aunque el orgullo de serlo tiende a confundirse con pretendosidad. Sabemos juntarnos con y entre los demás, pero no somos ni formamos parte de los demás.
El ser dominicano es una experiencia que se vive día a día. Son las memorias que hace de tus labios surja una sonrisa y es el brillo de tus ojos cuando ves o lees el ¨Dios, Patria y Libertad¨.
Es un genotipo, una convicción, una creencia.
Es el ¨tató¨ y el ¨eh fácil¨.
Es el qué lo qué¨ y qué la vaina¨.
Es el trabajador incansable, es el se rindió en vez de negro, es el mangú con salchichón, es el morir soñando, o los pastelitos y quipes en la fiestecita, es la presidente vestida de novia, es la carne guisada, arroz blanco y la habichuela roja con el conconcito al lao, es la menta verde…
Ser dominicano no es fácil, hay que tener mucha paciencia, no se puede mucho con ellos, pero es imposible vivir sin ellos. Y si lo haces terminas sin darte cuenta por dominicanizarte.
