viernes, 27 de marzo de 2009

NUEVO CAPITALISMO

Cómo armar un sistema que evite los errores.

Como van las cosas, es casi seguro que un nuevo capitalismo tomará el lugar del que hasta ahora hemos conocido, apenas la crisis sea resuelta y las economías empiecen a funcionar más normalmente.

Un rechazo muy generalizado a la forma en que el sistema capitalista operó en los años previos a la crisis ha hecho que las naciones más golpeadas estén ya dedicadas a preparar las reglas futuras de lo que se llama Nuevo Capitalismo. El anhelo es armar un sistema que evite los errores a los que se culpa de la catástrofe.

Muchos expertos están dedicados a eso y sus ideas son de gran variedad; pero ya es posible discernir algunos conceptos comunes. Para principiar, una mayoría está convencida de que los fundamentos del sistema capitalista de propiedad privada de los medios de producción y de la relativa libertad de los mercados deben ser preservados. Les parece evidente que desde su emergencia en el siglo XVIII ha producido una prosperidad que el mundo no conoció antes, con más beneficiarios que nunca. Igualmente son evidentes sus deficiencias, como la gran desigualdad de los ingresos y, sobre todo, su tendencia a caer en ciclos de burbujas de prosperidad y luego en colapsos que causan gran miseria, como en el presente.

Otro gran consenso es que debe preservarse la creatividad e innovación inherente en el capitalismo, que en su existencia ha generado constantemente nueva riqueza, sin que de ahora en adelante provoque los excesos imputados que llevaron al descalabro. Se percibe que ya no se puede permitir la inequidad de un sistema que privatiza el lucro pero, como ahora, le echa encima las pérdidas a los contribuyentes de impuestos.

Algunos de los conceptos básicos del fundamento del Nuevo Capitalismo son como sigue.
Habría menos tolerancia de los ciudadanos y de los sistemas políticos a aceptar los riesgos inherentes a la forma en la que el sistema de mercados ha estado estructurado y ha funcionado hasta ahora.

Un rechazo a la desregulación de actividades empresariales como la financiera.
Una negativa a seguir aceptando los dictados del mercado libre de cómo deben repartirse en la sociedad los frutos del crecimiento económico.

Una oposición a la forma como hasta ahora el sistema distribuye los costos y beneficios del comercio libre y de los tratados multi o bilaterales de comercio.

Una insistencia en que el balance que hasta ahora ha mantenido un capitalismo estilo Estados Unidos entre la eficiencia del mercado y la equidad social se incline más hacia la equidad. Algunos ven con simpatía el modelo europeo de mayor énfasis social, aunque sea a costa de la competitividad.

Está claro para los reformadores que el Nuevo Capitalismo no podrá tener una talla única, excepto en continentes homogéneos como la Unión Europea. Cada país lo querrá adaptar a sus peculiaridades y a sus preferencias. El Viejo Capitalismo, que ciertamente no está manco y no es enemigo chiquito, seguramente querrá preservar algunos de sus privilegios más preciados en el producto final.

Por ahora pues, no es posible aventurar cómo quedarán las nuevas estructuras. Sólo un loco o un imprudente haría un pronóstico, pero el que se lanzara a hacerlo, le iría bien mantener en mente lo dicho por aquel gran proverbista, el economista inglés John Maynard Keynes: “Lo único que hacen las proyecciones económicas es hacer respetable a la astrología.”

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