La Semana Santa es la época más importante del calendario litúrgico para los católicos.Es el periodo en el que ocurrió la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, siendo esta última, manifestación de su divinidad, pues mostró su especial condición de humano y Dios, al pasar de la muerte a la vida.
Este desenlace comenzó cuando Jesucristo permaneció 40 días en el desierto al que recurrió para prepararse espiritualmente para el calvario que le esperaba por ser predicador de la palabra de Dios.
Cuando volvió a Jerusalén (Domingo de Ramos) fue recibido con júbilo por el pueblo y en adelante se dieron las últimas apariciones con actos simbólicos, sobretodo con los apóstoles, que fueron los encargados de transmitir las enseñanzas y los mensajes.
Uno de éstos fue el lavatorio de pies, donde Jesús lavó los pies a sus discípulos (una actividad que era realizada sólo por los esclavos) un ejemplo de que el ser humano debe de ser humilde y servicial.
Según detalla la Biblia, luego se llevó a cabo “la Última Cena”, en la cuál Jesús se reunió con sus discípulos para dejarles como mayor regalo, su cuerpo y su sangre por medio del acto conocido como consagración.
Al término de la reunión se retiró a hacer oración, sabiendo que lo traicionaría Judás y sería apresado, comenzando el calvario.
Al ser apresado, fue juzgado por el pueblo (ya que Poncio Pilato se lavó las manos) al considerarlo un mentiroso por decirse Hijo de Dios y pidieron que lo crucificaran.
Jesús caminó hasta un lugar llamado La Calavera, donde se encontraban también crucificados los ladrones Dimas y Gestas.
Jesús murió pidiendo que se perdonara a los que le habían hecho eso, entregándose a la voluntad de Dios. Su cuerpo fue bajado y entregado a su madre, quien, con sus discípulos, lo llevaron a un sepulcro nuevo.
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