¿OTRO MUNDO ES POSIBLE SIN EL CAPITALISMO?

Decía Carlos Boyero -el crítico cinematográfico- en un artículo de hace unos días, que entró a un bar y escuchó a una joven –una “hiperpija hastiada”- decir : “Si alguien habla de eso tan aburrido de la crisis y el paro, que se vaya de aquí”.

Yo, que intento cada día mantenerme en las normas que mis padres (educación) y mis maestros (urbanidad) me enseñaron, declaro y aviso, por si alguien quiere salir chutando, que Sí, que voy a hablar de la Crisis.

Y he comenzado este escrito con ciertas dudas sobre el título. Me hubiera gustado algo como: ¿Es esta Crisis el muro de Berlín del Capitalismo? Por asociar la caída del Comunismo con el muro y con la actual situación que vivimos. Pero, finalmente, he preferido introducir lo de “otro mundo es posible”, pues creo que para los que nos hemos dado en llamar “altermundistas”, resume a la perfección nuestro hastío (similar al de la pija) y nuestros anhelos e ilusiones.

Como, seguramente, a lo largo de la lectura de esta página, alguien pensará que soy un pesimista afligido y que mi descripción de la situación es demasiado oscura, comenzaré con una idea de rentabilidad positiva: ¿Debería servir esta crisis para reinventar el modelo o, incluso, para plantearse uno nuevo?

Sinceramente, creo que sí. Pues no debemos equivocarnos ni reducir el problema a su expresión más prosaica y mediática: La crisis no sólo es económica y financiera, es una crisis estructural. Es el Sistema el que ha fallado. El modelo que se viene aplicando se ha caído. El chiringuito se ha derrumbado. Se han venido abajo los palos del sombraje. No nos engañemos ni nos dejemos hipnotizar con sus cantos de sirena, la crisis es fundamentalmente moral: El capitalismo no ha sabido solucionar los problemas de la humanidad. Y grave es decir que los ha incrementado, pero lo terrible es constatar que los ha provocado.

La quiebra financiera es sólo una parte -y se arregla parcheando con el dinero de los ciudadanos, los excesos y rapiñas de los buitres planetarios-, el problema es la quiebra social, cultural, medioambiental y, por ende, ética; a la que nos ha conducido este modelo.

¿Cómo puede funcionar un sistema que se basa en la competitividad, en el enriquecimiento rápido, en el tanto tienes tanto vales, en el pilla lo que puedas y corre, en la ley del más fuerte, en el consumo insostenible del usar y tirar? ¿Cómo no va a reventar un modelo basado en la codicia y el egoísmo? ¿Donde lo público es sinónimo de corrupción y despilfarro, y lo privado el nirvana y la solución de los males? ¿Donde se socava el poder de los Estados y la ciudadanía dejando en manos del jugoso Dios Mercado la sanidad, la educación, la vivienda, y el resto de pilares del bienestar? ¿Qué ley de oferta y demanda puede sostenerse si un 2% de la población posee el 50% de la riqueza del planeta, según anunció recientemente en Helsinki el Instituto para la Investigación Económica de la O.N.U.? ¡Tanto como si en un grupo de 10 personas, 1 tiene 99 euros y los 9 restantes sólo 1! ¿Qué leche de liberalismo y libertad de mercados va a existir mientras la mitad de la población (más de 3.000 millones de seres humanos) subsiste con un dólar diario? ¿Quién puede seguir confiando en Adam Smith si en el año 2008 la cifra de billonarios (personas cuyo patrimonio supera los 1.000 millones de dólares) ascendió a 1.125, creciendo –“¡joder con la crisis!”, que diría Sabina- un 5% en relación al año 2007; mientras que la población que pasa hambre aumentó en el mismo 2008 en más de 73 millones de personas, según la O.N.G. Manos Unidas? ¿Es que no es ya suficiente para que se nos caiga la cara de vergüenza? ¿O para que cualquier día se nos atragante el bocado de nuestra comida en esta garganta cómplice de Occidente? Pero bueno, ya se sabe, éste es el mismo rollo de siempre. Cuatro nostálgicos amargados que siguen creyendo que todavía existen las ideologías, que los medios de comunicación nos tienen idiotizados, que la propaganda de los gobiernos nos afecta, que con consumir hasta atiborrarnos nos basta para seguir anestesiados y en estado vegetativo. ¡Cuatro ilusos que piensan que todavía se pueden cambiar las cosas y que “otro mundo es posible”!

¿Saben ustedes cuánto posee el number one de la lista de Forbes de los más ricos del mundo, el tío Gilito planetario? ¡Warren Buffett! ¡Tachán, tachán… con 62.000 millones de dólares!

Por eso, no nos engañemos. Las medidas que se están adoptando son un parche. Es la propia huida hacia adelante del Capitalismo, para ganar tiempo. Salvar el Sistema como sea, para seguir tirando. Y que dentro de quince o veinte años reviente de nuevo, llevándose por delante a millones de parados y precipitando al sufrimiento y a la muerte a millones de desheredados. Es como salvarse de un cáncer a base de aspirinas. ¿Quieren cinco medidas –de este humilde colaborador- de cara a la reunión londinense del G-20 de mañana jueves, demostrando a los ciudadanos del mundo que no van a seguir tomándonos el pelo?

1: Acabar con los paraísos fiscales.

2: Creación de un impuesto especial por “rapiña” planetaria a partir de x cantidad.

3: Que los 20 países más ricos entreguen el 1% de su P.I.B. a los 50 más pobres, como primer paso para invertir el reparto de la riqueza terráquea.

4: Aplicación del 0,1% de impuesto sobre los movimientos internacionales de capital (La famosa Tasa Tobin propuesta por el premio Nobel de Economía. ¿Qué mejor que ahora?).

5: Creación de un Tribunal Internacional de Justicia que juzgue los delitos que provocaron la crisis.

Sería un gesto para devolvernos la confianza que hemos perdido. ¿Por qué a mí me mandan al Juzgado por no pagar cualquier factura y a éstos les mandan a su casa con indemnizaciones millonarias? ¿Pero nos hemos vuelto locos o qué? Los gobiernos inyectan cantidades estratosféricas del dinero de los ciudadanos al sistema financiero y los culpables del desastre se quedan con una parte.

Miren: Richard Fuld, presidente de Lehman Brothers; echan a todo el mundo a la calle y él se lleva 480 millones. La aseguradora AIG quiebra, los americanos le regalan 85.000 millones para salvarla, de los cuales, dos de sus gestores, Sullivan se lleva 5,4 millones y Joseph Cassano 3,5. Bob Diamond de Barclays Bank ha cobrado en primas más de 50 millones (Por cierto, un vecino de Ciudad Real me dijo que por ellos ha perdido 40.000 euros). Marcel Ospel de la Union de Banque Suisse 16 millones. Joseph Ackerman del Deutsche Bank 10 millones, y así muchos más.

¿A que no es una locura lo del Tribunal Internacional? Si alguien tiene dudas, que se lo pregunte a uno de los millones de parados que está a punto de agotar su prestación. Y por cierto, en España también nos gustaría que se aplicara, y que se revisaran algunos contratos mega millonarios y blindados si esto hace ¡Puf! ¿Me entienden, verdad, sin tener que dar nombres?

Y mientras tanto, seguiremos pensando qué podemos hacer. Sé que no es fácil. Que no hay una varita mágica. Pero seamos valientes al menos en parir alguna idea. Si K. Marx levantara la cabeza, no sé qué pensaría al ver cómo se nacionalizan los bancos. Es pura paradoja. Pero tremendamente complicado. Nos gusta diagnosticar las enfermedades, pero no sabemos aplicar la cura. Incluso, a cierta edad, nos gusta hablar de las enfermedades. Es cierto. Probablemente, nadie venga a proponer un nuevo modelo; sino que debería salir de las iniciativas y los cambios que exijamos los ciudadanos. Aunque yo echo en falta, muy a mi pesar, ideas de los pensadores e intelectuales.

Y digo, con mucho dolor, que no sé dónde está la alternativa de la izquierda (¡De la derecha y su ultra liberalismo culpable ya hemos hablado hoy bastante!). No sé dónde anda la izquierda y el mundo sindical. Esa izquierda que se ha quedado sin modelo, que no ofrece propuestas estructurales, que siempre le pilla con el paso cambiado en este baile con la más fea. Esa izquierda que se deja seducir tan fácilmente. Desde luego, al menos, y mientras se nos ocurre algo, que no seamos cómplices de esta tremenda bufonada.