domingo, 12 de abril de 2009

¿UN NUEVO ORDEN MUNDIAL?

La cumbre de G-20 de Londres es un serio intento de cerrar página de uno de los momentos más serios y angustiosos del mundo actual, la crisis global, e intentar abrir una página nueva, en el libro de la globalización.

Debe reconocerse que las palabras de todo un presidente de los Estados Unidos de América diciendo en su toma de posesión el 20 de enero al mundo musulmán: “buscamos un nuevo camino hacia adelante, basado en intereses mutuos y mutuo respeto". Ello significa un cambio sustantivo, cuando ese mismo mundo había sido calificado por el presidente saliente como el “eje del mal” y la personificación de todas las desgracias, terrores y angustias del mundo que se vivía.

Ahora en el G-20, primera reunión decisoria para encontrar salidas, debe aceptarse que, aunque no es fácil avanzar en ese terreno, son muchas las teclas a tocar, la reunión del G-20 ha tenido la propiedad de que el mundo, entendiendo como tal personas, han observado que los líderes estaban dispuestos a encontrar soluciones.

Refundar el capitalismo es difícil, pues no es de la noche a la mañana que se derrumba un edificio y ya se tiene construido el otro, máxime cuando la construcción ha sido de años.

Cierto que hay demasiadas voces que afirman que es imposible ofrecer tanto dinero a salvar unas instituciones y a unos expertos (improvisar expertos también es difícil) que son los causante del desastre. Por ello Obama tuvo necesidad de aceptar un “mea culpa” en la cumbre y señalar la responsabilidad de Wall Street en el origen de la crisis, aunque también remarcó que los errores y los abusos no fueron sólo de los E.U.A.

Es evidente que todo está apuntando a un "nuevo orden mundial" que afectará a las relaciones políticas y diplomáticas entre los países.

A pesar de todo ello los millones del parados del mundo tienen una cierta desconfianza sobre el uso de tan ingentes cantidades para la salvación del sistema financiero y, seguramente, no acaba de entenderse cómo se puede dar casi 3.5 trillones de dólares a las instituciones causantes del desastre, esto aún no se ha explicado satisfactoriamente, como medida previa para que la economía funcione.

Parece ser que este tipo de medidas, como el incremento de fondos y competencias del Fondo Monetario Internacional, indican claramente que no hay alternativa al capitalismo ni a su talón de Aquiles, la eliminación del proteccionismo. Así mismo sin ayudas (económicas y de libertad de comercio), los países más pobres o emergentes tampoco pueden salir de su situación y ello es un lastre para la solución en el primer mundo.

Da la impresión de que no se puede sustituir o refundar el capitalismo sino más bien readaptarlo en su verdadero sentido, que no sea prepotente, ni arrolle, ni cause desastres cuando la avaricia y la codicia son sus “leit motivs”. Por ello se vuelven a palabras y conceptos ya perdidos u olvidados: confianza, respeto a los interlocutores, eliminar los abusos, ajustarse a la ley, mesura, comedimiento, relación entre esfuerzo y recompensa, no desequilibrios e injusticias flagrantes en las mismas empresas (diferencias monstruosas de salarios entre directivos y trabajadores), etc.

Y se reconoce que el mercado es insustituible si se desea mantener el progreso y la libertad.

Lo que se ha visto claro también en la reunión del G-20 es que hay varios focos y que la multipolaridad es diversa; es evidente que E.U.A sigue teniendo una dimensión primera, que la Unión Europea, UE, no está unida ni tiene en su conjunto la importancia que debería tener, aunque algunos de sus líderes hayan jugado un papel importante pero al estar desunidos la relación siempre es de uno a uno, Obama frente a Merkel y Sarkozy o si se quiere Obama y Brown (europeo y miembro de UE) frente a los susodichos y algunos otros jugando a quedar bien con dos, como Berlusconi y Zapatero. Más desunión si cabe.

Se han conseguido cosas a medio camino para que todos estén contentos. Se inyecta mucho más dinero. Un billón de dólares. Se refuerza el FMI, donde E.U.A. es hegemónico. Se acepta ir contra los paraísos fiscales. Las retribuciones de los ejecutivos de entidades bancarias rescatadas con dinero público serán controladas. Todos los hedge funds estarán bajo control público y se prohibirá a las agencias de rating que asesoren sobre la emisión de títulos que luego van a calificar, y se toma constancia y se denuncia que han sido precisamente esas agencias de rating una de la causas de la actual crisis financiera que empezó en Estados Unidos.

Con todos estos acuerdos se puede ayudar a reestablecer la confianza en el sector financiero, y para favorecer se crea un Consejo de Estabilidad Financiera, sucesor del Foro de Estabilidad, que contará con poderes ampliados para que, junto con el Fondo Monetario Internacional, pueda detectar riesgos macroeconómicos y financieros y tomar las acciones necesarias para actuar contra ellos.

Los políticos podían haber respondido ante las crisis como los toros en una corrida: ven el capote y se lanzan a él de manera alocada. Da la impresión de que en esta ocasión, aunque los políticos tienden a buscar el titular y la acción, se han dado cuenta de que el horno no está para bollos. Se detecta que ha habido una labor detrás de bambalinas muy seria y enfrentada en varias ocasiones, que ha obligado a ajustar las cosas y no caer en el populismo, que es pan para hoy y hambre para mañana, sin que ello quiera decir que no se observen algunos temores: uno, que siempre está presente, el proteccionismo. Todos piden que se consuman los productos de casa, los que salen peor parados con esta política son una vez más los pobres, los emergentes, los que exportan materias primeras.

Segundo temor, el de una re-regulación financiera masiva. Sobre todo porque, guste o no, algunos de los bancos que han quebrado o algunos de los que han estafado miles de millones acababan de pasar el examen con las máximas calificaciones o tenían la confianza de los que más sabían del catarro. Se tiene conciencia de que Basilea II ha resultado ser un fracaso y la supervisión de Fannie y Freddie incompetente. Por ello se cree que una regulación excesiva del sistema financiero sólo condicionará la capacidad de las economías de dar capital allí donde sea necesario. Y no se olvide que una supervisión que impide a Enron o Lehman hacer de las suyas es a su vez un sistema que impide Microsoft o Dell.

Tercer temor: no está claro que el paso de una economía basada en el desarrollo insostenible a una economía denominada verde sean tan fácil, máxime cuando la actual economía verde está súper subvencionada.

En una palabra se ha cerrado la Caja de Pandora pero está por demostrar con hechos que ese cierre no impedirá que se abra una nueva etapa de más justicia social, más equilibrio y, sobre todo, más vida sin estridencias y que el abismo entre ricos y pobres no se agrande.

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