UNAS PALABRAS A LOS JÓVENES, A NUESTRO FUTURO

En estos últimos días han ocurrido importantes eventos en nuestro país, entre ellos la importante cantidad de graduaciones de jóvenes bachilleres; algunos, estudiantes de colegios bilingües que se están graduando llenos de optimismo y muchos sueños.

Al ver en retrospectiva y ponerme en su lugar, puedo apreciar que la graduación de bachiller, representa el fin de un logro importante en nuestras vidas, pero a la vez marca el inicio de una nueva etapa, en la cual, creamos las bases de la vida profesional, donde tomamos decisiones trascendentales como el seguir superándonos o ser simples espectadores de la superación de otros.

Y es precisamente ésta, la invitación que como padres de familia debemos hacerles a nuestros hijos, en el sentido de hacerles ver que los presentes logros y los pasos a seguir, tendrán un impacto no sólo en sus vidas personales sino también en el desarrollo y crecimiento de su país.

La educación es la inversión de largo plazo más importante que puede hacer una nación y una persona. La nación lo hace destinando recursos económicos y el trabajo de miles de maestros que buscan la excelencia en la juventud. Nuestros jóvenes estudiantes y sus familias, lo hacen invirtiendo además de recursos económicos, tiempo, sacrificios, esfuerzos, desvelos y mucho trabajo.

Todos sabemos que esa inversión y sacrificio realizados hasta culminar una carrera universitaria, constituyen oportunidades para mejorar social y económicamente, pero sobre todo superarse como personas, formándose también como mejores vecinos y ciudadanos del mundo. A nivel de nación, la educación promueve el crecimiento, porque libera la creatividad individual y suministra el trabajo especializado que es esencial para el desarrollo.

Esto lo comprendieron muchas naciones del mundo que destinaron grandes recursos en la educación de su gente, y que hoy en día presentan altos índices de crecimiento y desarrollo. Esto también lo han entendido muchos personajes que alguna vez fueron jóvenes y que al optar por seguir preparándose profesionalmente, mejoraron sus vidas.

Actualmente, todos hablamos de la crisis económica, y con justa razón, ya que están generando graves efectos en todo el mundo. En nuestras vidas personales, la crisis económica puede hacernos más fuertes como familias y comunidades, o puede hacernos pedazos. Ambos escenarios son posibles. Es una opción, no una sentencia. Todo depende de nuestra actitud y nuestro carácter.

Como alguna vez escribió un superviviente de los campos de concentración nazis, "la única libertad personal que nunca te pueden quitar, es la libertad de elegir tu actitud, sin importar las circunstancias". Incluso en la degradación y miseria de un campo de concentración esa libertad existe.

El general H. Norman Schwarzkopf dijo sobre el liderazgo: "…es la combinación potencial de estrategia y carácter; pero, si te tiene que faltar uno de los dos, mejor será que no falte el carácter". Nuestros jóvenes deben de entender que el carácter es el enlace crítico entre la estrategia y la ejecución. El carácter es lo que genera confianza, no las brillantes ideas ni la retórica elegante. Por ejemplo, el carácter de la marca es lo que genera lealtad en los clientes y no la publicidad ingeniosa. La gente sabe discernir rápidamente qué es auténtico y qué parece ser mera propaganda.

Pero casi nadie habla de la crisis de valores en nuestra sociedad, cuyos efectos son el individualismo, la violencia, la delincuencia y la corrupción. Si a las instituciones de Gobierno y a las empresas les corresponde trabajar por superar la crisis económica, a las instituciones educativas y a las familias les corresponde trabajar por superar la crisis de valores.

Me parece oportuno recomendar como lectura bíblica obligatoria a los nuevos bachilleres el libro de Proverbios, que expresa la sabiduría de nuestras vidas, del cual quiero destacar Proverbios 13: "El hijo sabio atiende la instrucción de su padre, el arrogante no escucha las represiones". Esto último es sin duda lo más difícil.