domingo, 19 de julio de 2009

IGLESIA Y DINERO

SE supone que la Iglesia es una institución sin ánimo de lucro, pero la realidad no es esa. A ciencia cierta, nadie sabe muy bien qué es la Iglesia, estructuralmente hablando. No es una ONG, no es una sociedad mercantil, ni laboral, ni pública, no es una fundación, ni una asociación, ni una agrupación…

Nadie fiscaliza sus cuentas, no paga impuestos ni está sometida a la mayoría de las normas que los demás tenemos que cumplir. Está al margen del resto de los humanos aunque, humanos son, los que se lucran y benefician de las ingentes sumas de dinero que pasan por las eclesiales arcas.

Díganme, ¿cómo se digiere que halla templos que se caen, órdenes religiosas -sin recursos- que han de abandonar sus sedes y el servicio a los necesitados (en Jerez, por ejemplo: los "Hermanos Fossores" y las "Hermanitas de los pobres"), criaturas que pasan hambre hasta la muerte, familias que carecen de hogar, niños que no pueden estudiar, enfermos que no se pueden curar por falta de recursos económicos, gentes que malviven en condiciones infrahumanas, explotación de menores abandonados, padres que trafican con los órganos de sus hijos antes de dejar morir al resto de su prole…; mientras muchos de aquellos que dicen haber "entregado sus vidas para salvar las de los necesitados", que dicen "amar al prójimo como a ellos mismos", muchos de aquellos que "se han obligado a lavar los pies de los más miserables mendigos, como muestra de la humildad que debe ser el norte de su comportamiento"; manejan y "administran" abultadísimas cuentas bancarias, colocan millones en fondos de inversión, acumulan un patrimonio mil millonario en euros, administran recursos de impensable cuantía, y viven , no sin que no les falte de nada, si no sobrándoles de todo: ropajes, cochazos, residencias, banquetes, viajes innecesarios, lujos diversos y otros "gastos de administración" junto con fastos variados, y bien escondidos, supuestamente propios sólo de "pobres pecadores". Pecadores como nosotros, "infelices contestatarios", que hemos abandonado "el redil" en cuanto nos hemos percatado de ese "cierto olor a podrido" que desprenden los pastores? ¡Díganme! ¿Cómo se digiere toda esta mierda?, ¿con Alka Seltzer, sal de frutas, Homeoprazol, bicarbonato sódico…?, ¿o bien, releyendo lo que Jesús, en verdad, dijo -que casi nadie en la Iglesia "oficial" de Roma parece recordar- y rememorando lo que Él hizo -que casi nadie, en la Iglesia de San Pedro parece querer imitar-; y actuar, luego, en consecuencia?

Los "políticos" que dirigen la Iglesia católica desde hace siglos, han sabido, y lo siguen haciendo con evidente éxito, jugar muy bien sus cartas. Han urdido todo un complejo y férreo andamiaje que mantiene a la Institución lejos del alcance del resto de los humanos. Estado, Hacienda, Justicia, prensa, radio, televisión… incluso la opinión pública, se ve a menudo mediatizada y condicionada, cuando de la Iglesia se trata. Vigente está, aquello que decía D. Alonso Quijano: "con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho".

Los abusos, las mentiras, las bajezas, los atropellos, las mezquindades, las injusticias y las vilezas que muchos de los que se amparan bajo el manto de la Iglesia de Roma, siguen cometiendo a diario, parecen estar sometidos a un orden que no pertenece a nuestro mundo, porque aquí, nadie hace nada para que esto cambie. Y, por supuesto, en toda esta porquería, nada tiene que ver ningún dios.

Lo cierto, triste, cierto y desolador, es que si los dineros de la Iglesia fuesen los dineros de Dios… serían los dineros de los pobres, de los necesitados, de los hambrientos, de los enfermos, de los huérfanos desamparados y los niños esclavizados, de las mujeres apaleadas y los viejos maltratados, de los leprosos, los apestados y los infectados; pero no…, los dineros de la "Santa Madre Iglesia" son de ella, sólo de ella. ¡Te vale madre!

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