NUEVOS FASCISMOS

La construcción de un Estado democrático de derecho ha sido una misión casi imposible en Guatemala. Por momentos, pareciera ser que los logros alcanzados se desmoronan frente a nuestra mirada atónita. Ante ello, multiplicidad de manifestaciones e interpretaciones se exterioriza con relación a problemas que nos aquejan. Una de las líneas que más predomina es la perspectiva ultraderechista que se disfraza en el discurso de la libertad disminuida al ámbito de la economía, la reducción del Estado y la privatización de los espacios políticos.

Pero esta posición neoconservadora se manifiesta en algunas variantes que pueden describirse, entre otros, a través de los siguientes rasgos: el odio hacia las perspectivas de un Estado deliberativo. Peor aún es su reacción ante una democracia republicana basada en la solidaridad pues esto es motivo de descrédito, aduciendo que este tipo de posiciones son sencillamente populismo. Esta perspectiva manifiesta un odio hacia los pobres argumentando que ellos lo son por decisión propia, con lo cual no sólo se justifica su situación, sino también se condena cualquier medida a favor de quienes ya han sido culpabilizados de sus males.

Existe igualmente una agresiva disposición a crear una atmósfera mediática que representa lo más excelso en el desarrollo de las emancipaciones apoderándose de conceptos tales como revolución, cambio y justicia; que en el fondo sólo refuerza el estado de las cosas. Para ellos, se hizo necesaria una reescritura de los textos históricos de la Revolución del 44 y su desmerecimiento en el proceso de construcción democrática de Guatemala. Finalmente, existe un despliegue mediático de los discursos anteriores encarnados en la juventud que se autodenomina como Movimiento Cívico.

Por más que se pretenda disimular, no se puede dejar de lado que esta no ha sido la primera vez ni la más intensa de las expresiones juveniles en demanda de justicia y verdad en Guatemala.

En años recientes, por ejemplo, se han manifestado los jóvenes de los institutos públicos frente a políticas que limitan sus derechos a la educación o al ejercicio de una ciudadanía plena, asimismo hemos visto a jóvenes universitarios en oposición a la aprobación del Tratado de Libre Comercio. Ante las muestras actuales pareciera ser que las causas de emancipación de la juventud son válidas únicamente cuando provienen de intereses de clase a favor de los privilegios históricos de las élites políticas y económicas.