
El advenimiento del capitalismo significa el momento de ruptura y negación, en el que se privilegia el valor de cambio (mercantil) en detrimento del valor de uso, y la uniformización homogeneizante en menoscabo de la diversidad cultural. Con él surge un cambio del eje de actividades, de sociedades fundamentalmente agrarias a sociedades urbanas; el producto elaborado, al transformarse en mercancía, adquiere una significación abstracta, al mismo tiempo que pierde su condición de objeto durable y variado.
Las relaciones sociales muestran una nueva opacidad debido a la aparición de intermediaciones (desde la mercancía hasta el Estado) que tienden a adquirir una existencia autónoma y en consecuencia a fetichizarse, generando una enajenación económica y política. La base de legitimidad socio-política se fundamenta en la racionalidad; el poder condensado en el Estado se vuelve impersonal y está definido por instituciones y constituciones. De lo concreto se pasa a lo abstracto; de lo transparente a lo opaco; de lo inmediato a lo mediato; de lo diferente y variado a lo homogéneo.
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