La Revolución pierde la batalla de ideas ante sus enemigos externos e internos porque de hecho la sociedad cubana no ejerce el protagonismo de la democracia socialista.
El PCC (Partido único) y el Estado cubano le atribuyen a la Revolución cubana la virtud de la democracia. Las principales voces dirigentes de ambos órganos de poder así lo han defendido históricamente. Sin embargo, lo que en realidad ha tenido lugar es la inducción de la democracia representativa burguesa como prerrogativa de lo socialista.
Para que ello haya sido posible, se ha cuidado que el distintivo socialista se identifique con el papel omnímodo del sistema de partido único. Idea según la cual el Partido único representa una vanguardia revolucionaria, dotada de todas las capacidades intelectuales y las razones políticas para suplantar el protagonismo democrático de la sociedad.
Si la idea de la vanguardia revolucionaria demuestra en Cuba su valía con la organización y la conducción exitosa de la insurrección social contra el ancien régime - la dictadura del gobierno de la oligarquía cubana supeditada al gobierno de las oligarquías estadounidenses -, la dialéctica del movimiento social no convalida las razones de esa vanguardia revolucionaria en la conducción del proceso sociopolítico pos 1959.
Más allá de la devoción política por el Líder de la Revolución Cubana que asume y profesa como identidad de patriotismo el credo de los revolucionarios cubanos, es imprescindible desmitificar la falsedad ideológica del credo de la llamada vanguardia revolucionaria.
La victoria de la insurrección social contra el ancien régime capitalista y la exitosa defensa de la Revolución sociopolítica instituida, legitima la práctica política del Líder como el criterio de la verdad ideológica que lo ha movido. Y aunque la interpretación histórica del hecho no valida la conducción de la transición hacia el socialismo, los enemigos ideológicos de lo que en el albor del triunfo de la insurrección social cubana resultó definido como Revolución Socialista, se pierden el respeto asimismo al auto-desacreditar sus propias convicciones políticas. Se es enemigo del Líder de la Revolución cubana no porque éste encarne los maleficios del cliché propagandístico burgués sobre el supuesto dictador comunista, sino porque se es adversario ideológico de la Revolución Socialista. Y ese camuflaje oportunista de las razones ideológicas desacredita a los opositores norteamericanos, europeos o criollos no sólo como adversarios políticos, sino como creíbles representantes de ideales superiores.
La figura del dictador comunista – cultivada con febrilidad de alquimistas por la burguesía internacional desde el triunfo de la misma Revolución Rusa de 1917 – ha sido el ángel de la guarda de los adversarios-enemigos-ideológicos del socialismo. Entiéndase. De la idea del socialismo como alternativa viable al capitalismo: o sea no del socialismo-distribuidor en que se envasa el capitalismo extorsionador. La tomadura de pelo del capitalismo socialdemócrata consiste en mantener las relaciones de extorsión del trabajo asalariado y repartir luego parte de esa plusvalía en proporciones que creen la percepción política de la inclusión y la igualdad social. De ahí el pánico de la burguesía internacional con toda real posibilidad de socialismo. De ahí la guerra del capitalismo contra la historia. Entiéndase. La guerra de los capitalistas y sus burguesías sustentadoras contra las ideologías capaces de subvertir el orden natural de las cosas. Es decir, capaces de subvertir el modo de producción y relaciones socioeconómicas capitalistas. En ello les va la vida.
Sin embargo, es el credo de los revolucionarios cubanos cultivado en la devoción política por el Líder de la Revolución el que la historia descalifica. Hoy no caben dudas razonables sobre ello. Pero lo que ante todo importa entender no es la descalificación en sí misma de dicho credo, sino el papel del credo como estimulante y afirmación del dogmatismo político de la supuesta vanguardia revolucionaria que encarna el Partido único.
No hay comentarios:
Publicar un comentario