Siempre he creído que cuando tienes una amistad, sientes algo especial, como si las almas estuvieran ligadas desde el principio de los tiempos. Sabes que siempre estará ahí, contigo en tus pensamientos y fuera de ellos en los momentos buenos y malos. Incondicional, sin exigencias. Algo puro, más puro que el amor, ya que no se basa en ninguna relación sexual, no hay engaños. Si pudiéramos pensar que el amor tiene un principio y un fin, la amistad pudiera ser eterna.
Cuando perdí a mi madre, que siempre fue mi más querida amiga, la mitad de mi alma; sólo me quedó mi ahora única y gran amiga. La persona más generosa y honesta, esplendida y alegre que -junto con mi madre- conocí jamás. Nunca me ha pedido que renuncie a nada; ha sabido respetarme con todos mis defectos; estar conmigo cuando la vida me "achuchaba". Estoy segura que si la conocierais pensaríais igual que yo: ¡quedan pocos seres humanos así!
Es una gran suerte compartir mi vida con estas dos increíbles mujeres. Este artículo es para ellas. Es mi agradecimiento por ser como son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario