jueves, 15 de abril de 2010

El Fin del Socialismo: Causas y Consecuencias

Mientras los teóricos y los políticos puedan darse el lujo de ser omisos y abstenerse de tratar facetas incomodas de la realidad o pasar por alto hechos de significación social, los profesores no pueden esperar a que todo se aclare, entre otras cosas porque el examen de la contemporaneidad forma parte de la enseñanza, los universitarios necesitan respuestas y las demandan.
Ignoro como en las universidades de Europa, los Estados Unidos e Iberoamérica, desde el punto de vista académico, se enfocan los procesos y las crisis que condujeron al fin del socialismo real y a la desaparición de la Unión Soviética. No obstante existen razones para suponer que allá imperan estereotipos que hacen prevalecen los criterios políticos e ideológicos; mientras que en Cuba se prefiere un enfoque económico y social que omite incomodas consideraciones políticas e ideológicas. Ambos tratamientos son unilaterales, les falta integralidad y sentido de la perspectiva histórica.

En la búsqueda de una aproximación políticamente desprejuiciada, académicamente desapasionada y científicamente honesta; en clases asumo el siguiente esquema.

Ante todo, es preciso establecer: A qué llamamos socialismo, qué propusieron Carlos Marx y sus contemporáneos y cuáles fueron sus argumentos. Cumplido el requisito es preciso explicar las características de la época y los condicionamientos sociales y políticos a que dieron lugar y, en ese contexto, examinar el capitalismo decimonónico, incluyendo una exposición acerca del liberalismo que es su sostén teórico y filosófico y a una incursión acerca de la fase llamada salvaje de aquel sistema social.

Otro momento de esta exposición, que es básicamente histórica y en la cual la única exigencia es atenerse a la verdad, consideramos los orígenes del socialismo y del marxismo que constituyeron respuestas de la izquierda naciente al capitalismo salvaje. En ese proceso se descubre que las respuestas no fueron unánimes ni idénticas, Carlos Marx no estaba sólo en el rin ni lo sabía todo.

Lo que realmente ocurrió fue que, desde mediados del siglo XIX, en el momento en que Carlos Marx, Proudhon y otros elaboraban una alternativa teórica y política a aquella situación, el pensamiento de la izquierda original, aunque hijas de la matriz marxista y de la crítica al capitalismo, se dividieron en dos grandes vertientes.

Aunque ambas rechazaban al “capitalismo salvaje”, reconocían la existencia de las clases sociales y la pertinencia de la lucha de clases, debido a sus opciones políticas marcharon por caminos diferentes.

Una de aquellas corrientes asumió que las contradicciones entre el proletariado y la burguesía eran antagónicas y que la lucha entre aquellas clases conduciría a una revolución proletaria que derrotaría a la burguesía, pondría fin al capitalismo y emprendería la construcción de una nueva sociedad, inicialmente regida por una dictadura del proletariado. A ese punto de vista se llamó comunismo.

La otra corriente, también de raíz marxista, aunque criticaba al capitalismo y admitía la existencia de las clases sociales y de la lucha de clases, estimó que aquellas contradicciones no eran antagónicas y que la confrontación no necesariamente conduciría a la revolución, no auspiciaba el fin del capitalismo y apostaba por su reforma y se apartaba espantada de la idea de una dictadura del proletariado. Ese punto de vista, reformista de izquierda fue acreditado como socialdemocracia.

Una tercera derivación surgió cuando, en el mismo tiempo y espacio, producto de la visión avanzada del Papa León XIII, contemporáneo con Carlos Marx y autor de la encíclica Rerum novarum, floreció el pensamiento socialcristiano y se fundaron las organizaciones políticas de los laicos católicos. En Cuba aquel reformismo avanzado, se expresó en el Partido Liberación Radical, único de inspiración cristiana que ha existido en la isla y que fuera fundado, entre otros, por Amalio Fiallo y Nicolás Ríos.

Entre tanto, la burguesía europea en el poder no permanecía al margen y mientras excluía y combatía al pensamiento alternativo y reprimía a las fuerzas políticas que lo sostenían, realizaba transformaciones e introducía reformas que hicieran viable el capitalismo y perfilaba mejor sus argumentos ideológicos que tuvieron su bastión, no en la antigua Europa, sino en el Nuevo Mundo, exactamente en los Estados Unidos donde el comunismo no prosperó aunque tampoco lo hizo el reformismo socialdemócrata ni la opción socialcristiana, sino una opción típicamente americana que no era una ideología, sino un modelo.

Por aquellos caminos, la humanidad, con sus inmensas desigualdades y esperanzas, arribó al siglo XX donde las diferencias de enfoques entre marxismo y la socialdemocracia condujeron a una ruptura y aparecieron en la escena histórica los gobiernos socialdemócratas, los bolcheviques y Lenin que, abrieron lo que creímos que era una nueva época histórica y resultó ser un paréntesis.

Un colega que me esperaba para ir juntos a clases y que se entretuvo en mirar lo que escribía me comentó.

¿No te parece excesivamente ambiciosa la tarea? El riesgo de equivocarse es alto.

Prefiero estar entre los que se equivocan buscando respuesta a figurar entre quienes se remiten, evaden la autocrítica y la rectificación.

A los estudiantes, comúnmente jóvenes intelectualmente maduros y curiosos, aunque aburridos de los enfoques maniqueos de la política diaria y de la propaganda, disfrutan la introducción que los estimula para lo que viene. Como a ellos les digo: mañana nos vemos.

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