¿Deberá estar a cargo de la cultura social anónima, de la capacitación humana de sus integrantes o de ambas?
Hasta la actualidad el predominio de la cultura con que se instruye y educa de manera social y anónima a los diferentes grupos humanos, demuestra con triste evidencia su insuficiencia y lo inadecuado de sus resultados.
Conflictos mentales y problemas sociales en toda la variedad e intensidad destructiva, prevalecen sobre una idílica, romántica o idealista propuesta de cambios.
Si en verdad se busca en alguna medida mejorar estas consecuencias más que pretender cambiar tanto a las personas como a las sociedades que componen, mediante el empleo de las distintas teorías instructivas y educativas, no sólo demuestra su ineficacia, sino el acatamiento un tanto pesimista y apocalíptico de errores que destruyen infinita cantidad de seres humanos y de sociedades.
En esa infinidad de búsqueda de medios idóneos y posibles de ser aceptados en su sentido esencial más que en las ideas y pensamientos con que la cultura, mediante la instrucción y la educación hace un culto a la inteligencia, es necesario considerar que o bien se desconoce o se obvia la existencia de la capacidad sensible.
Capacidad sensible que rige la primera etapa de la evolución de todo individuo humano, desde su creación, durante su gestación y hasta su nacimiento. Vale decir, desde antes del desarrollo de sus órganos sensoriales y de su intelecto.
En consecuencia, no capacitar al ser humano para el conocimiento, desarrollo y empleo integral de su sensibilidad como complemento de su sensorio y de su intelecto, debe ser considera una deuda de los componentes de la humanidad en su evolución hasta el presente.
Es necesario y prudente aclarar, que toda creación de un individuo humano es una experiencia única y su potencial es tan infinito como la energía del universo del que es parte en lo esencial.
Lo que va diferenciando los medios que empleará para vivir parte de la herencia que en sus genes trae como referencia de la humanidad que le antecedió. Herencia genética que la cultura por desconocer el papel de esta herencia, se encarga de reforzar como experiencia a la que se le asigna titularidad y responsabilidad de parte de quien la emplea.
Y lo más erróneo de la cultura, es el desconocimiento acerca de que en la etapa prenatal, en la que la existencia está regida por los componentes de la capacidad sensible: variantes emocionales – luego del nacimiento generadoras del estrés -, alteraciones del empleo del instinto de conservación – que de integrar óvulo y espermatozoide, luego del nacimiento les impulsa a atacarse y defenderse como individuos – y la alteración del empleo de la capacidad afectiva – que de vincular y relacionar a cada elemento del individuo humano, luego del nacimiento le lleva a provocar resentimientos que obstaculizan sus vínculos y relaciones como personas en el medio social -.
Por último como error que la cultura comete a partir de la instrucción y la educación del componente social, mediante el empleo de la capacidad sensorial y de la intelectual, es impulsar a las personas a la lucha por el predominio de unos sobre otros empleando todo tipo de excusas y justificativos, originando hasta la actualidad esta injusta e inhumana sociedad anónima de consumo masivo, donde vale más lo económico que la existencia del ser humano que contribuye a su desarrollo.
La reflexión que propone la Humanologia es esta: ¿Cuánto tiempo continuará la humanidad empleando una cultura que mediante la instrucción y la educación hasta la actualidad, muestra su ineficiencia e ineficacia para contribuir a una evolución humana y creativa, desperdiciando la posibilidad de capacitar a sus componentes para un empleo imprescindible de su capacidad sensible. Capacidad que le permita reducir la tendencia errónea a destruir, considerando que es a partir de ella que fue creado. Cultura a la que erróneamente le impulsa su intelecto, demostrando con ello su insuficiencia.
