“Cuando están tan invadidos hoy por Internet es difícil que alguien se sustraiga a un ambiente tan erotizado” (obispo Felipe Arizmendi, durante la 89 Asamblea del Episcopado Mexicano).
Los numerosos casos de pederastia que afectan a la Iglesia católica en México no son debidos al parecer a los propios sacerdotes acusados de abusos sexuales sino a los medios de comunicación y los libros de textos “que estimulan el libertinaje”, dificultando “mantenerse en el celibato y en el respeto a los niños”.
Si esto fuese así, ¿por qué se han registrado, con indemnizaciones millonarias pactadas para evitar los juicios correspondientes, miles de casos de pederastia entre sacerdotes y aún obispos católicos de Irlanda o EEUU, por poner sólo dos ejemplos, sucedidos hace varias décadas cuando no existía Internet y la llamada revolución sexual todavía no había explotado?

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