Siempre se había dicho, pero Freud lo demostró: el ego debe tomarse en serio.
Tema de la modernidad nacido con el humanismo del renacimiento, construido socialmente con el capitalismo y, culturalmente con la literatura de la ilustración, el yo ya había recibido sus cartas de nobleza filosófica con Descartes, que lo había alojado en el centro del ser.
¡Una odisea! Pero el asunto empeora rápidamente: Nietzsche lo humilla y, sobre todo, Sigmund Freud, el maestro de Viena, lo parte categóricamente en dos: el yo es doble, afirma, siempre dividido entre el consciente y el inconsciente, entre el yo y el otro. ¡Vaya usted a saber! Y sin embargo, Juan Cruz, que no es ni psicoanalista ni filósofo, sino un escritor de talento disimulado tras la pluma de un periodista, dedica sus memorias a los caprichos del yo en un libro profundo: Egos revueltos.
Un gran trabajo de recuerdos enteramente dedicado a su excelencia el yo… de los demás: artistas, escritores, todos ellos reencontrados, queridos, apoyados y adulados en su orgullo, en una bella y larga experiencia como director de la colección Alfaguara. En efecto, no se puede estar en mejor situación para identificar las extrañas sinuosidades del alma humana atrapada en el amor a sí misma...
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