miércoles, 18 de marzo de 2009

PARA TERMINAR CON LA DICTADURA MEDIÁTICA

“Es menester que quien informa goce de entera libertad(…)

Lo esencial es formar opinión con valor y coraje para decir todo lo que hay que decir, sin callar nada y sin faltar a la verdad. Pero a veces es indispensable callar y mantener un prudente silencio, cunado está en juego el bienestar común”

Palabras de Jorge Rafael Videla al dejar inaugurada la planta de Papel Prensa, el 26 de septiembre de 1978. El discurso fue aplaudido por los dueños de los principales medios gráficos del país. Ernestina Herrera de Noble (Clarín) Héctor Horacio Magnetto, Bartolomé Luis Mitre(La Nación) y Patricio Peralta Ramos (La Razón)

El rol cumplido por los diarios Clarín y La Nación durante la dictadura militar del 24 de marzo de 1976 quizás se pueda resumir en esa foto donde se la puede ver a la señora Ernestina Herrera de Noble acompañada por Magneto y Escribano levantando su copa junto al dictador Videla en la inauguración de la empresa “Papel Prensa”. Los militares auspiciaron la formación del monopolio para que Clarín y La Nación callen la represión y no escriban una sola línea sobre los desaparecidos. Todo el país pagó esta alianza aberrante. No es poco conocido que los dos grandes diarios son socios con el Estado de una fábrica de papel. Clarín posee el 43 por ciento de las acciones, La Nación el 28,49 por ciento y el Estado Nacional el 28,51. Claro que esa adquisición en Papel Prensa fue adjudicada en los meses que le siguieron al golpe militar, cuando el banquero David Graiver murió en un sospechoso accidente de aviación en agosto de 1976.

En Noviembre la dictadura les otorga a Clarín y La Nación sus acciones, que quemaban en las manos de los asustados familiares de Graiver. Pese a ello fueron secuestrados por el mismo poder militar con que las empresas periodísticas cerraron aquel trato. Su contador murió en la mesa de torturas, su mujer fue violada, sus demás bienes confiscados, bajo el cargo de haber hecho negocios con Montoneros. Nada de eso fue informado por los principales diarios que gustosos de ese pacto sangriento con los genocidas, disfrutaban del reparto del botín que aún hoy conservan en complicidad con el Estado.

Estas grandes corporaciones mediáticas son empresas cuyo interés central es la rentabilidad y no comunicar o informar en la diversidad y la verdad, y en medida que puedan impedir la aparición de la competencia lo harán. Por eso es necesario tomar conciencia ciudadana de la importancia de una nueva ley de Radiodifusión. No solamente porque la que existe es de la dictadura, y eso ya sería motivo suficiente para plantear un verdadero cambio, sino porque es necesario poner un límite a los pulpos mediáticos y garantizar más voces, que es lo que asegura una verdadera democracia informativa.

Los intereses económicos de las corporaciones de medios están ligados a las decisiones políticas de los gobiernos. Si en el marco de construcción de un proyecto nacional se busca modificar las reglas del juego, para apuntar a la real libertad de expresión y el derecho a la comunicación, frenando el poder de monopolios, las empresas moverán todo su poderío para impedirlo porque se les reduce el negocio. De ahí que usan de manera perversa el poder de la pantalla, el aire y el papel, para hacer campaña y operaciones políticas que frenen el proceso de cambio.

Las operaciones de las corporaciones mediáticas

Verdad y objetividad son dos de los términos sobre los cuales construyen su discurso legitimador los medios de comunicación. “La verdad de los hechos” suelen expresar, como si los hechos pudieran hablar por si mismos. La verdad de los hechos es lo que la empresa quiere instalar como verdad, es decir su visión sobre los hechos convertida en noticia. De ahí que podemos afirmar que la verdad de los hechos según Clarín y La Nación en lo que titularon “Campo versus Gobierno” no era más que fijar su posición al respecto.

La posición empresaria sobre esa realidad. Uno de los accionistas de Clarín es el principal exportador de arroz. Clarín y La Nación son socios en otra empresa, Expoagro, donde presentan sus bienes y servicios los grandes actores del agronegocio, como Monsanto, Cargill, Dreyfus, Syngenta o Bunge. En Expoagro de 2008 en venta de entradas se pagaron 800.000 euros y concretaron ventas de maquinarias y vehículos por 110 millones de euros y se acordaron créditos por 63 millones de euros. Nada de eso fue informado por ambos diarios socios del sector en conflicto.

Intereses más que claros hicieron que sus páginas tomen partido en el asunto. Ejemplo interesante para saber y aprender que el lenguaje mediático no es algo que se sitúa entre la realidad y sus destinatarios, sino un nuevo lenguaje que construye una realidad distinta, la mediática que no representa más que los intereses de la empresa. Desde esta perspectiva, la verdad mediática tiene tanto de verdadero como de falso, de realidad como de ficción. Es decir, los medios no transparentan ninguna realidad, construyen un discurso sobre la realidad afín a sus intereses políticos empresariales.

La imagen trastocada y la agenda mediática

“Mostramos los hechos, la realidad tal cuál es”, arrojan desde los escritorios los comunicadores y presentadores de noticias. Ya dijimos que los hechos no hablan por si solos. Lo hacen, convertidos en noticia. Es decir, redactado o enfocados por una cámara o a través del notero, movilero o el periodista, quien le da su intención a esos hechos, no los relata tal cual son, los carga de su opinión disfrazándolos de noticia.

Volviendo al conflicto “Campo versus gobierno” la televisión se encargó de convertir a los existentes cacerolazos, en masivos, utilizando los planos cortos y otorgándole una gran participación al movilero para que adjetive y disfrace el acontecimiento dotándolo de una gran popularidad. La noticia es un relato de lo que sucedió, donde el medio a través del periodista da su versión de los hechos según su intencionalidad política o económica.

La concentración económica empresarial e informacional se refleja en la producción periodística. La Sociedad, sobre la base de esa producción, adquiere pautas y construye herramientas de análisis e interpretación de la realidad. El concepto de agenda, en términos periodísticos, designa un modelo que establece una relación causal entre la importancia que asignan los medios a ciertos temas, y la percepción que tienen los consumidores de noticias de la importancia de esas cuestiones.

A esto hay que sumar tres factores más: 1) Lograr que se debata un tema determinado. 2) Lograr que ese tema no sea debatido. 3) Imponer una definición de la realidad. No por ser recurrentes, sino por haber sido un tema ampliamente instalado por los medios con una duración de un año, el conflicto “campo versus Gobierno, es nuevamente un ejemplo práctico para explicar los factores utilizados.

1)Los medios masivos con intereses económicos, como ya vimos, lograron que se debata un tema al instalar una clara división y generalizar a una de las partes a la que englobaron en el “campo” para dotarlos de mayoría, ya que el simbolismo del “campo” significado muy amplio y de nostalgia argentina.

2) Lograron que no se debata el tema al no explicar que el productor no es quien exporta, sino que lo hacen los grandes acopiadores, que son los que se quedan con la parte del león, y le trasladan al productor las retenciones que les cobra el Estado. No aparecieron analistas económicos, ni especialistas en el tema para aclarar absolutamente nada, de esa manera lograron los grandes medios con intereses con una de las partes en conflicto, que todo quede reducido a tomar posición.

3) Impusieron una definición de la realidad al parcializar y al denostar a un Gobierno, que tenía la intención, por momentos con torpes movimientos, de distribuir la riqueza. En esa realidad que dieron por sentado que del lado del campo estaban los buenos y en el lado de los malos el Gobierno, no entraba que el registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores contabilizaba cerca de 1,3 millón de personas ocupadas en el campo. Los datos reflejaban que apenas un cuarto de ese total, alrededor de 325 mil, tiene salarios en blanco. El promedio salarial de ese pequeño grupo de trabajadores no llega a los 1500 pesos mensuales. Como en antiguos vínculos laborales de servidumbre, también se les paga con comida y viviendas precarias en el área de la producción. Existen también 350 mil golondrinas, que desplazan su fuerza de trabajo según los períodos de cosecha. La mano de obra rural es la peor paga; la que enfrenta pésimas condiciones laborales y la más explotada. Sólo los desocupados están en peor situación.

Del universo de trabajadores, constituyen el sector más castigado. Sólo un pequeño núcleo de peones calificados, como los que manejan tractores y cosechadoras que recorren el área sembrada percibe ingresos relativamente dignos. Así como tampoco entraban los peones rurales en esa realidad mediática, donde no se analizó como las cuatros entidades del “campo” votaron contra la jornada laboral de ocho horas y a favor del trabajo de sol a sol. Las cuatro rechazaron otorgar un premio estimulo para que los trabajadores terminen la escuela.

Las cuatro se opusieron a la entrega de ropa de trabajo para los peones. En los documentos, las cuatro entidades empresarias, Confederación Rurales Argentinas, Federación Agraria Argentina, Coninagro y Sociedad Rural Argentina, apoyaron en conjunto mantener las pautas del Regimen Nacional de Trabajo Agrario, sancionado en 1980 con las firmas de Videla, Harguindeguy y Martínez de Hoz. Eso no fue mostrado por las cámaras. Como también nunca se le preguntó a los productores por los números que nos permiten dilucidar cuan pequeño, mediano o grande era cada uno de ellos. Cuánto habían ganado con la última cosecha, si mientras pirueteaban en las rutas continuaban las tareas en el campo o si tenían peones contratados, si eran arrendatarios, propietarios o trabajadores del campo los portadores de cacerolas. Menos aún hubo alguna cámara que se alejara de las banquinas para mostrar qué pasaba tranqueras adentro, en las tierras de aquellos protestantes y visualizar las condiciones en que se encuentran los peones. No, nada de eso se mostró, y el fin fue imponer una definición de la realidad, donde los peones rurales no eran el “campo”.

Es necesario para entender lo analizado hacernos una pregunta base ¿quién define los temas de agenda en los medios? Cada tema abordado por una fuente, ya sea para que esté en la agenda o deje de estarlo, remite a intereses políticos y económicos que incluyen a varios actores interesados que pugnan por imponer una definición de la realidad en torno a ese tema. El tema mismo es el producto de esas luchas y de la acción estratégica que desarrollan los actores que tienen intereses económicos que producen que la imagen sea trastocada y que en la agenda mediática ingresen y desechen lo que a ellos les conviene. Así, lo que no se cuenta, no se muestra, no existe.

El discurso de los grandes medios masivos de comunicación y sus títeres presentadores de la noticia se inclina para un lado o el otro, y la diferencia es marcada en defensa o en contra, según sus propios intereses, como hemos visto. Es así que el discurso varía:

Cuando los pobres cortan calles, son inadaptados, violentos que no respetan el derecho de todos. Pero cuando los ricos cortan rutas, desabastecen a todo un país, generan inflación y tiran leche y comida a la vera de los cortes, ellos son presentados como los hacedores de la Patria que recurren a este método para salvaguardar al campo.

Cuando los pobres se manifiestan son violentos e intolerantes. Cuando las señoras de barrio norte en Capital Federal, salen con sus cacerolas son gente decente y pacífica que se intentan expresarse, manifestarse.
Cuando un rico es víctima de la violencia todos los medios estallan y piden mano dura. Cuando la víctima es pobre o de nacionalidad latinoamericana se habla de narcotráfico o ajustes de cuenta y se investiga la víctima.
Los medios que hoy piden por la “libertad de expresión” durante la dictadura jamás entrevistaron a las Madres, hablaron de “proceso”, “subversivos y terroristas” y la palabra “desaparecidos” no entraba en su agenda.

Razones más que suficientes se pueden observan en este detallado e incompleto artículo que intenta mostrarle al lector lo necesario y urgente que es bregar por una democratización mediática que no es más que pedir que existan más voces y se termine con los monopolios dictatoriales.

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