SEXO TABÚ

No es un asunto como para tomárselo a broma. En Kenia, al igual que en toda África, las mujeres pintan poco o nada, y nunca antes se han atrevido a echar el candado de esta manera y dar la espalda al compañero de cama. Y es que el sexo en esta latitud, como en la mayoría del continente negro, es todavía un tema tabú, que difícilmente sale de los dormitorios.

Sin duda la huelga ha tambaleado los cimientos de un país donde la poligamia es moneda de uso corriente, los preservativos se consideran una extravagancia y la mayor bendición es tener hijos al terminar la educación primaria, cuando las mujeres todavía están a las puertas de la pubertad.

Pese al impacto mediático y social, la medida no ha afectado a la natalidad. «Una semana sin relaciones sexuales no basta para transformar la balanza de la natalidad», cuenta un médico consultado por este suplemento, quien explica además que muchas parejas recuperarán el tiempo perdido.

Tampoco parece haber repercutido en el comercio sexual, según pudo comprobar esta periodista el pasado martes, cuando Koinange Street, la calle roja por excelencia de la capital, seguía poblada de sus habituales meretrices. Elisabeth tiene un bebé de tres meses y un empleo en un salón de belleza.

A pesar de la aparente normalidad de su vida, es una de las profesionales del sexo que cada día hace la calle para ganarse un sobresueldo. No tiene novio, ni marido, ni pareja conocida. «Sí, he oído hablar del boicot sexual, pero no he tenido más clientes que de costumbre», contaba el pasado martes sin perder de vista las ventanillas de los coches que pasaban. «No me importaría dejar la calle, pero, claro, el negocio es el negocio».