UN EX CURA MENTIROSO

El despacho del titular de la Cámara de Senadores, Enrique González Quintana, se convirtió el martes en un confesionario, donde el presidente de la República Fernando Lugo revivió por unas horas su rol de cura, pero en vez de escuchar a su interlocutor más bien confesó sus intereses políticos a su par el titular de otro poder del Estado. La reunión secreta entre los presidentes de dos poderes que tienen a su cargo la administración del Estado fue propicia para negociar cupos de poder entre los partidos con representación parlamentaria, en este caso específico el partido Unace, que resucitó de entre las cenizas y se está erigiendo nuevamente en el más poderoso adversario del gobierno, pero con el que sí o sí tiene que concretar pactos.

Las negociaciones giraron exclusivamente en torno a temas políticos, como la conformación de la mesa directiva de ambas cámaras del Congreso, llenar las vacancias en la Corte y el Tribunal Superior de Justicia Electoral así como la repartija de cupos para las legaciones en el exterior.

Sin embargo, lo prioritario una vez más ni siquiera fue punto de discusión y me refiero por ejemplo a cómo satisfacer la necesidad de los campesinos que sobreviven en una situación de extrema pobreza.

Odilón Espínola, de la Federación Nacional Campesina (FNC), pintaba ayer en el Palacio de Gobierno la patética realidad que viven los labriegos. Están agobiados por las deudas contraídas a cuenta de la cosecha de sus productos, que por la sequía resultaron un fracaso. Carecen de recursos para enviar a sus hijos a las escuelas y están abandonados a su suerte en materia de asistencia sanitaria.

El líder campesino reveló que insistentemente pidió audiencia con el presidente de la República para plantearle estas necesidades, pero el ex obispo surgido del departamento más pobre del país (San Pedro) ni siquiera le da la posibilidad de escucharlo, puesto que hace un mes le niega una entrevista.

Al no prosperar el intento de conversación, los dirigentes de la FNC dejaron una atenta carta al jefe de Estado, en la mesa de entrada de la sede gubernativa. En la misma le comunicaron que ante la falta de respuesta a sus reclamos no tenían otra opción que apelar nuevamente a las movilizaciones y cierre de rutas a partir del martes 23. Advirtieron que las manifestaciones serán por tiempo indefinido.

“Señor Presidente, entendemos que el silencio, la omisión, la desidia no es la política correcta ni adecuada, para buscar solución a esta problemática, sistemáticamente dejada de lado por otros gobiernos de turno, en la permanente aplicación de políticas que no benefician a la mayoría de nuestro país”, señalaba un párrafo de la misiva.

Los propios campesinos quienes en su momento dieron su respaldo a la plataforma electoral de Fernando Lugo hoy reclaman coherencia y denuncian el incumplimiento de esas promesas.

También a los indígenas, en su discurso inaugural como presidente de la República, Lugo había recordado con especial énfasis considerándolos como los auténticos dueños del Paraguay. Sin embargo, hoy los nativos deambulan por las calles, copan las plazas de la capital y viven sumidos en un abandono total por parte del Estado.

“Al comenzar mi mensaje no puedo olvidarme de nuestros ancestros, presentes con nosotros. Ellos son los verdaderos dueños de nuestra nación”, decía Lugo el 15 de agosto del año pasado ante una multitudinaria concurrencia, apostada frente al Congreso Nacional.

Hoy las mentiras azuzan al ex religioso, puesto que no cumplió aún con ninguna de sus promesas, y lo más lamentable ni siquiera dio el paso inicial para solucionar la problemática social. A casi un año de gobierno el país sigue estancado y sin avanzar un centímetro de lo que fue el anterior período gubernamental cuyas secuelas dolorosamente golpean a los sectores más vulnerables de la sociedad.