miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Vivirán Nuestros Hijos Peor que Nosotros?

En Estados Unidos ya se ha planteado esta cuestión y sube el número de partidarios de contestar que sí a esta pregunta. Es más, muchos consideran que los jóvenes de hoy van a vivir peor que sus padres, por primera vez en la historia.

La generación que ahora tiene entre cuarenta y sesenta años comenzó a trabajar alrededor de  los años setenta, digamos que con la gran crisis del petróleo; ha pasado algunos momentos malos -segunda crisis del petróleo al final de aquella década, las turbulencias de los mercados financieros de mediados de los ochenta, el pinchazo punto.com a finales de los noventa,...- y muchos años de bonanza.

Vaivenes, subidas y bajadas del crecimiento económico que, en la práctica desembocaron en una de las etapas económicas más boyantes de la historia: el final del siglo XX y el comienzo del XXI. En los países desarrollados de Occidente -desafortunadamente siempre hay que hacer esta acotación- los últimos quince o veinte años -que forman el núcleo de la actividad profesional de la generación actual- ha venido marcado por una etapa de franca prosperidad. He aquí algunos ejemplos:

-Se han creado más puestos de trabajo que nunca en la historia, para los autóctonos de cada país y para los millones de inmigrantes que se han movido de una zona del mundo a otra.
-Se han construido y vendido -por lo tanto, comprado- más viviendas que nunca.
-El acceso a la educación superior se ha generalizado.
-Se consolidó un Estado de Bienestar capaz de asegurar la sanidad y la jubilación a millones de ciudadanos.
-Se ha podido destinar dinero para construir infraestructuras caras, pero necesarias -autopistas, trenes de alta velocidad, redes de telecomunicaciones,...-.

¿Y de aquí en adelante? Para concretar, se me ocurren algunas preguntas. Pensemos en los próximos veinte o treinta años:

-¿Van a tener nuestros hijos más fácil o más difícil el acceso al mercado laboral que nosotros? ¿Con más o menos estabilidad?
-¿Terminarán su etapa de enseñanza mejor o peor preparados que nosotros?
-¿Podrán comprar una vivienda?
-¿Encontrarán oportunidades en otros países?
-¿Tendrán asegurada una pensión pública de jubilación digna tras la etapa profesional?

Soy optimista por naturaleza. Contestar que no a estas cuestiones no tiene por qué ser sinónimo de pérdida de nivel de renta, porque aparecerán nuevos instrumentos y servicios que harán la vida más agradable desde el punto de vista material. Pero seguro que será muy distinta a la que estamos viviendo muchos ahora.

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